viernes, 11 de enero de 2013


                              Las haciendas en el Porfiriato 




se emplea el término "hacienda" para designar el tipo de gran propiedad rural característico del México anterior a 1910 y que, generalmente, además de caracterizarse por el ausentismo del dueño, se distinguía por requerir una gran fuerza de trabajo dirigida por un administrador, por efectuarse el cultivo más bien extensivo de intensivo.La hacienda es un tipo de explotación agrícola que otorga bienes económicos y prestigio a sus propietarios. 

Es en estos lugares donde se daba la producción de la ganadería, minería, cereales, producción del pulque, henequén, del azúcar, algodón, del vino y el café.



Durante esta época existieron varios tipos de haciendas , variaba su producción en este caso presentamos tres tipos de haciendas: las henequéneras, las que producían pulque y las que se dedicaban a la agricultura nos centraremos el tipo de comida que consumían tanto los hacendados como la servidumbre.

                                                       Haciendas henequéneras



Las haciendas henequéneras, construidas con piedra caliza que abunda en la península de Yucatán. La distribución de las habitaciones era muy parecida, pues seguían un patrón común. Al ser el henequén el producto principal de la hacienda, la mayor extensión de las tierras se dedicaba a estas plantaciones. Las habitaciones eran construidas de materiales más frescos como maderas preciosas y tenían pérgolas (patios exteriores, con vigas sin techo y cubiertos de flores) donde se refrescaban los dueños y la familia de los hacendados en los días de más calor. 




La comida en las haciendas








Los trabajadores, generalmente, comían arroz, frijoles, chile, tamales y tortilla; complementaban su dieta con algunas plantas de cultivo casero, como verdolaga,  quelite, nopales, malva, entre otras plantas alimenticias. En algunas haciendas periódicamente se les dotaba de leche y carne. En las haciendas donde también producían pulque, recibían una ración diaria cuyo volumen variaba de acuerdo con el tamaño de la familia.









En cuanto a la clase alta en las haciendas, ellos traían de Francia expertos cocineros para dar mayor realce a las suntuosas fiestas sociales, tan frecuentes durante el porfiriato. Dichos profesionales gastronómicos, a su vez, propiciaron la llegada de selectos productos alimenticios y exquisitos vinos de todo el mundo, lo que hizo que la cocina mexicana adquiriera un cierto aire internacional. Poco a poco, estos productos fueron asimilados por la cocina de la clase media, la cual los mezcló con los autóctonos del país y con aquellos de  influencia española, lo que dio como resultado una cocina mexicana de gran calidad, variedad y universalidad.

Durante los treinta años del Porfiriato, en la cocina mexicana se acrecienta la influencia francesa aunque, con la llegada de empleados de las compañías extranjeras, nuevos sabores y nuevos platillos se mezclan con la tradicional comida mexicana. Uno de estos platillos fue traído por los mineros ingleses de Pachuca: el volován, que es un pan hecho con pasta de hojaldre, circular, cuyo centro se rellena de carne, habitualmente. Nosotros vamos a rellenarlos de tres ingredientes muy mexicanos: bacalao, mole con romeritos y huitlacoche.



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